Pedro Carmona Estanga, expresidente de Fedecámaras, detalló que a 20 años de los hechos de abril de 2002 «el objetivo de la transición era al restablecimiento del orden constitucional».
«Era llamar a elecciones limpias, con garantías y supervisión internacional, para la relegitimación de los poderes públicos, cuya independencia ya se encontraba conculcada por el régimen. En otras palabras, llamando al pueblo, depositario del poder constituyente primario, a definir en las urnas la ruta para el restablecimiento del orden constitucional. Y para que evitar equívocos respecto a mis intenciones, quedó establecido por escrito, que en tales comicios yo no podría aspirar a posición alguna», indicó Carmona Estanga en su artículo de opinión.
Agregó que «dos condiciones puse al grupo de altos oficiales con quienes me reuní en el Fuerte Tiuna, al ser llamado a concurrir en la madrugada del 12A, cuando ya trascendía la decisión de la renuncia de Chávez: 1) Que se diera a conocer al país que la presidencia del gobierno de transición no obedecía a un deseo personal sino a un llamado que se me hacía para llenar el vacío de poder existente; y 2) La concordancia en una hoja de ruta para en un plazo perentorio, garantizar el restablecimiento del orden constitucional por vía electoral».
Destacó que ahora el rescate del sector petrolero «solo será viable a futuro con inversión extranjera, pues se requieren cerca de US$ 90 mil millones para recuperarlo y poder explotar los recursos energéticos disponibles, que de lo contrario quedarían enterrados, dada la inatajable transición energética en marcha en el mundo».
«Volviendo a las complejas circunstancias que rodearon la crisis política del 2002, y a sus eventuales fallas u omisiones, hay que afirmar que la misma no obedeció a un plan premeditado, sino a la intención de rectificar el peligroso rumbo del gobierno procubano de Chávez, y evitar la tragedia nacional que se avecinaba como la crónica de una muerte anunciada, hasta llegar en la actualidad a un totalitarismo radical, que desconoce por completo la alternabilidad política y la voluntad popular», justificó.
Afirmó que «si alguna lección hay que aprender de la crisis política del 2002 en Venezuela, y de las numerosas oportunidades perdidas por la oposición a lo largo de los 23 años de dictadura, es el imperativo de la unidad, y no subestimar a un adversario claramente antidemocrático, para poder vencerlo (…) Si algún error hubo en el estamento castrense en 2002 fue oponerse a que Chávez saliera a Cuba, pues debía ser juzgado. Aunque desde La Habana se hubiese intentado incendiar al país para recuperar el poder, se habría consolidado el abandono del mismo por parte de Chávez, sin perjuicio de que, como fuerza política, el chavismo hubiese podido luego participar por vía electoral».
«Este aniversario coincide también con mis 20 años de vida en Colombia, segunda patria que me ha acogido generosa, de lo cual estaré eternamente agradecido. El asilo fue necesario, pues estaba en juego mi integridad personal y se pretendía sentenciarme sin juicio por el presunto delito de rebelión, un despropósito, pero para el régimen era clave sentar un precedente para situaciones futuras. En Colombia he pasado más de un tercio de mi vida útil, he sembrado amistades, he recorrido sus regiones conociendo mejor su idiosincrasia, historia y realidades, recibí el honor de la ciudadanía en 2018, y he tratado de retribuirle con un corazón grancolombiano, dedicándome desde la academia a la formación de profesionales útiles al país, y ayudando a moldear mejores seres humanos. Quiera Dios que la querida Colombia comprenda y asimile el estruendoso fracaso del totalitarismo socialista en Venezuela, y la necesidad de preservar por encima de todo la democracia y la libertad, que solo se aprecian cuando se pierden», aseguró.