Alfredo Infante, sacerdote jesuita y Superior Provincial de la Compañía de Jesús en Venezuela, aseguró que durante su recorrido parcial por Venezuela, en los estados Apure, Bolívar, Mérida, Táchira y Zulia, vio con preocupación que “hemos vuelto a un centralismo que está haciendo mucho daño al país”.
Detalló que Guayana está muy fracturada por el tema de la “fiebre del oro”. “Los ecocidios contaminaron de mercurio una zona llena de grandes ríos de riqueza fluvial importante. Los que saben de esto dicen que cuando hay contaminación por causa de mercurio, la recuperación no es posible”, lamentó y calificó como doloroso el desplazamiento de los pueblos indígenas, la migración forzada hacia Brasil y el alto nivel de desnutrición en las zonas endémicas. “Esto va generando un sentimiento en estas regiones de sentirse maltratados en su soberanía como pueblo”.
Narró que se consiguió una Mérida no tan limpia como en el pasado y con pocos jóvenes, porque la vida universitaria y el turismo están colapsados, sin dejar de mencionar el impacto de los constantes apagones en la entidad. “Me decían que la hotelería había quedado prácticamente en un 40%”, expresó Infante.
En el caso de Táchira, el alto Apure, parte de Barinas y Zulia, el padre admitió que le llamó la atención que la moneda que circula es el peso y que incluso en las alcabalas y puestos de peaje se paga en dicha divisa, aunque el bolívar siga siendo la moneda oficial.
Añadió que la dinámica de producción está referida “hacia Colombia”, representando un gran desafío tanto para la iglesia como para la misión, porque no solamente el país está quebrado y las regiones abandonadas, sino que también las dinámicas económicas propias del intercambio diario funcionan de acuerdo a otras monedas.
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