Rusia intensificó sus ataques con misiles y bombas de aviación contra Odesa y Járkiv, dos de las mayores ciudades de Ucrania, en un intento de sembrar el pánico entre su población civil, en medio de informaciones sobre la preparación de otra gran ofensiva.
«Los terroristas han llevado a cabo más de 380 ataques contra nuestras ciudades y regiones sólo esta semana», escribió en sus redes sociales el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, al hacer un llamamiento a los aliados de Ucrania a entregar modernos sistemas de defensa antiaérea para proteger la vida de los civiles.
Su llamado se produce tras los devastadores ataques rusos contra Járkiv y Odesa de esta semana.
La ciudad costera sureña de Odesa fue alcanzada por misiles balísticos durante tres días consecutivos, con seis muertos y treinta heridos por el ataque con munición de racimo contra la concurrida zona costera el lunes.
En Járkiv, situada a sólo 20 kilómetros de la frontera con Rusia, una bomba de aviación destruyó el jueves tres casas particulares y mató a una mujer de 82 años. Con los atentados que se suceden a diario, sólo en los dos últimos días resultaron heridas nueve personas.
«No hay objetivos militares donde están atacando. Golpean zonas residenciales, infraestructuras y hacen todo lo posible para empeorar nuestras vidas», dice a EFE Oleksandr Gorovi, un empresario de Járkiv.
Intentos de sembrar el pánico
«Rusia está empleando una nueva táctica, lanzar bombas planeadoras en zonas residenciales a plena luz del día para infundir miedo y aterrorizar a los residentes», subraya en sus redes sociales Maria Avdeeva, experta en seguridad de Járkiv.
Aunque centenares de miles de personas huyeron de la segunda ciudad más grande de Ucrania en las primeras semanas de la invasión, cuando las tropas rusas fueron detenidas justo a la entrada de la urbe, la vida se recuperó lentamente en Járkiv tras la exitosa contraofensiva en otoño de 2022.
No obstante, los ataques rusos amenazan ahora con deshacer el frágil progreso. Las calles de la ciudad están más vacías que hace varios meses, cuenta Avdeeva, mientras Rusia combina sus ataques con «una ofensiva informativa».
El objetivo del Kremlin es hacer Járkiv «inhabitable» y obligar a huir a un gran porcentaje de sus aproximadamente 1,3 millones de habitantes, según Avdeeva.
«Moscú espera que esto desmoralice a Ucrania y allane el camino para la captura de la ciudad por las fuerzas rusas durante una esperada ofensiva de verano», escribe para el centro de investigación Atlantic Council.
El peligro constante de bombas aéreas guiadas, contra las que las defensas antiaéreas de la ciudad no pueden protegerla, se suma a la presión psicológica, mientras oficiales rusos hablan abiertamente de crear «una zona sanitaria desmilitarizada» en Járkiv y las falsas llamadas a la evacuación se propagan en las redes sociales, alega la experta.
Aunque Rusia pueda estar preparando una ofensiva contra Járkiv, podría no disponer de fuerzas y medios suficientes para lanzarla, señalan no obstante representantes del ejército ucraniano.
Determinación a resistir
Para muchos residentes, abandonar la ciudad está fuera de cuestión.
«No somos tan fáciles de asustar. Se quedarán sin misiles antes de que puedan sumirnos en el pánico», insiste Gorovi a EFE.
Después de que la ciudad fuera atacada anoche por trece drones y cuatro misiles, Gorovi está ocupado plantando flores cerca de las ruinas parcialmente reconstruidas del recinto de su empresa, alcanzado por un cohete ruso hace más de dos años.
«Tiene que haber flores. Necesitamos algo bonito para contrarrestar toda esta devastación», subraya, como muchos otros residentes que encuentran alivio en sus tareas cotidianas.
Aunque Odesa no se enfrenta al mismo riesgo de una ofensiva terrestre, también ha sido blanco de ataques rusos diarios, desde la cercana Crimea.
Rusia complementa deliberadamente su presión en la línea del frente con el «terror contra ciudades pacíficas», subraya en sus redes sociales Oleksandr Kovalenko, analista militar de Odesa.
En su opinión, Rusia busca quebrar el espíritu de los residentes y su voluntad de resistir, con el fin de forzar un tratado de paz en los términos del invasor.
No obstante, cada ataque contra la ciudad no hace sino aumentar el odio hacia los atacantes, declaró a EFE.