El Centro para los Defensores y la Justicia (CDJ) registró 49 nuevas violaciones en contra del derecho a defender derechos humanos en Venezuela durante el mes de septiembre de 2021.
El informe revela que el Estado venezolano mantiene las medidas represivas y de control en contra de quienes promueven, defienden y exigen derechos humanos en el país. La profundización de las restricciones al espacio cívico y democrático afectan el libre y legítimo ejercicio de las actividades humanitarias y de derechos humanos.
Señalan que «la Lógica del Enemigo Interno sigue afectando negativamente la defensa, promoción y exigencia de derechos. Las personas y organizaciones defensoras de derechos humanos permanecen bajo ataque, y aumentan progresivamente los actos violentos por parte del Estado».
«No existen condiciones para el libre ejercicio de actividades de las personas y organizaciones, las acciones en el marco humanitario y de derechos humanos siguen siendo limitadas y controladas. La represión y control social del Estado afecta la operatividad de estas organizaciones», indica CDJ.
La Política de Criminalización se consolida. La estigmatización, descalificación e intimidación, hostigamiento y amenazas incrementan como consecuencia del avance de las restricciones del espacio cívico y democrático.
Los 49 hechos registrados durante septiembre estuvieron caracterizados por:
Recalca el informe que «los 49 ataques e incidentes de seguridad documentados durante el mes de septiembre reflejan el aumento de agresiones más violentas como actos de intimidación, hostigamiento, amenazas. El hostigamiento judicial en contra de defensores y organizaciones se emplea como mecanismos de represalia, así como también pretende tener un efecto atemorizante en el resto de organizaciones. Las campañas de estigmatización siguen siendo la principal forma de atacar la defensa, promoción y exigencia de derechos».
En la medida en la que avanza la Política de Criminalización en contra de la defensa, promoción y exigencia de derechos humanos, se profundiza la aplicación de la Doctrina de la Seguridad Nacional, teniendo como eje central Lógica del Enemigo interno.
El CDJ expresa su preocupación por los continuos esfuerzos por parte del Estado de ubicar e identificar a las personas y organizaciones como “enemigos”, con el fin de criminalizar y neutralizar su labor. En la medida en que el Estado continúe empleando la Lógica Del Enemigo Interno para vulnerar el derecho a defender derechos humanos, continuarán perfeccionándose los patrones sistemáticos de ataque en contra de la defensa y exigencia de derechos, y por ende incrementarán los riesgos para quienes se encuentran en primera línea de acción desarrollando actividades legítimas de documentación, denuncia, asistencia y acción humanitaria en el país.
«La defensa, promoción y exigencia de derechos humanos no es un delito, cualquier acto cometido con el fin de limitar, afectar u obstaculizar estas acciones contraviene obligaciones internacionales. Por lo que exigimos el cese inmediato de la Política de Criminalización y la construcción de entornos propicios y seguros para la defensa de derechos humanos», indica la organización.
«La labor de las personas y organizaciones defensoras es fundamental para la implementación universal de los derechos humanos, la vigencia de la democracia y el fortalecimiento del Estado de Derecho. Por ello ante el aumento de las agresiones, limitaciones y obstaculizaciones en contra del trabajo de las organizaciones de derechos humanos y de acción humanitarias en Venezuela, reiteramos la importancia que tienen las acciones emprendidas por la sociedad civil que se encuentra en primera línea de acción respondiendo y atendiendo las necesidades socio-económicas de la población y procurando el alcance de justicia y respeto a las libertades fundamentales y la necesidad del cese inmediato de las agresiones y represalias en su contra», agrega.
«Desde el Centro para los Defensores y la Justicia, insistimos en la necesidad de incluir la perspectiva de los derechos humanos en los procesos de solución de la situación política, económica y social que enfrenta el país. Los distintos actores políticos y de la comunidad internacional deben velar porque se establezca un entorno propicio y seguro para la defensa y exigencia de derechos con el fin de garantizar que toda persona y organización que promueva, defienda y exija estos derechos lo haga sin temor a represalias o limitaciones arbitrarias», concluye.