“Avenida Los Javillos, el Cementerio, 8 de la mañana. En la cola se ve gente pero son gente de los mismo, le toman la foto para después pasar el video por la televisión. Les toman las fotos, el video y después se quitan”, denuncia un vecino de Caracas que tomó estas imágenes desde la ventana de su casa. Como su denuncia, muchas otras se multiplican por las redes sociales, allí donde la dictadura chavista no logra censurar el flujo de información.
El régimen de Nicolás Maduro sabe que las elecciones parlamentarias de este domingo carecen de legitimidad dentro y fuera de Venezuela, y cuando el proceso electoral finalmente culmine esta tarde, se enfrentará a lo inevitable: que el mundo no reconozca sus resultados.
En este contexto, sin ningún tipo de reconocimiento internacional y en un país donde el voto no es obligatorio, solo una altísima participación salvaría los comicios chavistas. En 2015, cuando la oposición ganó las elecciones legislativas logró un 74% de participación. Fue tal la afluencia de votantes que el chavismo no pudo desconocer la victoria opositora, como bien hubiese querido hacer.
En Venezuela el voto es voluntario, no una obligación, y dado que las encuestas estiman que el 80% de los venezolanos no participarán de las elecciones de hoy por sus irregularidas, recurren a este tipo de maniobras -colas ficticias- para intentar ocultar el fracaso.