La emprendedora y otrora estrella de Silicon Valley Elizabeth Holmes fue sentenciada este viernes a once años y tres meses de prisión por haber defraudado a los inversores de su compañía, Theranos, al asegurar que había desarrollado un sistema revolucionario de análisis de sangre.
El juez Edward Davila impuso además tres años de libertad vigilada a Holmes, una vez que abandone la cárcel, y una multa de 400 dólares.
La emprendedora también tendrá que abonar una serie de indemnizaciones que serán fijadas en el futuro.
Holmes fue hallada culpable en enero pasado de cuatro cargos de fraude a los inversores de Theranos y afrontaba la posibilidad de una pena máxima de 20 años de prisión y una multa de 250.000 dólares.
Antes de la lectura de la sentencia, en una corte de San José, en California, Holmes aseguró que amaba Theranos.
«Fue el trabajo de mi vida», dijo llorando, al tiempo que reconoció que está «devastada» por sus fracasos al frente de la compañía.
La mujer también tuvo palabras de disculpas a los empleados, inversores y clientes de Theranos: «Lo siento tanto. Lo di todo, tuve que crear la compañía y salvarla», lamentó.
En los argumentos previos al fallo, el abogado de Holmes, Kevin Downey, destacó que a diferencia de otros acusados en casos de fraude corporativo, su defendida no mostró avaricia gastándose el dinero que ganaba en «yates y aviones».
En su lugar, usaba los fondos «para crear tecnología médica», aseguró Downey.
Por su parte, el fiscal federal Jeffrey Schenk apuntó que Holmes ganó fama, admiración y un estilo de vida gracias al fraude que cometió, pese a que no obtuviera ganancias financieras.
«Estos siguen siendo beneficios», recordó.
Holmes, de 38 años, creó Theranos en 2003 cuando tenía 19 y dejó sus estudios en la Universidad de Stanford para dedicarse a tiempo completo a la empresa.
La joven saltó a la fama por afirmar que su firma había inventado una tecnología revolucionaria para llevar a cabo tests de sangre fiables y precisos para varias enfermedades utilizando únicamente unas gotas tomadas de la yema de los dedos, lo que abarataba los costos.
Con información de EFE