La militarización desde hace más de tres meses del sur de Chile, un zona donde existe un violento conflicto territorial recrudecido en los últimos tiempos, ha protagonizado el primer desencuentro entre los equipos del presidente saliente, Sebastián Piñera, y el entrante, Gabriel Boric.
El origen de la polémica, que aún resuena este martes, se remonta al domingo, cuando la futura ministra del Interior, Izkia Siches, aseguró en una televisión local que la medida “no ha logrado el objetivo de reducir la violencia” y que “hay civiles no mapuches a los que pareciera que les beneficia este conflicto”.
Por la noche, Boric apoyó a su ministra, confirmando que retirará a los cerca de 2.000 militares desplegados desde octubre pasado en cuanto llegua al poder el próximo 11 de marzo y prometiendo nuevas medidas, entre ellas la posible instalación de una mesa de diálogo.
“Un estado de excepción no se puede normalizar”, indicó el ex líder estudiantil durante su primera entrevista televisada en CNN Chile, una postura aplaudida por los pueblos indígenas.
La directora de Espacio Público, Verónica Figueroa, indicó a la agencia EFE que “desde el retorno a la democracia, ha habido muy pocos cambios en materia de políticas indígenas y ha habido muchas promesas incumplidas”, por eso las propuestas de Boric generan “expectación”.