La entrada de Palestina como miembro de pleno derecho en Naciones Unidas, que fue rechazada por el Consejo de Seguridad el pasado 19 de abril gracias al veto en solitario de Estados Unidos, llegará el viernes a la Asamblea General, donde se volverá a votar sin efectos vinculantes.
La votación en la Asamblea -donde se espera que Palestina recoja un apoyo aplastante- era en un principio una mera cuestión de procedimiento, pues todas las resoluciones que son vetadas en el Consejo pasan forzosamente a la Asamblea para un nuevo debate, según una reforma interna de 2022.
Sin embargo, los países árabes han redactado una nueva resolución que está siendo muy polémica y en la que se propone que la Asamblea dé a Palestina ciertos derechos de los que ahora carece como estado observador -un estatus que sólo comparte con el Vaticano-, según el borrador visto por EFE.
Entre ellos, figuraría el derecho a sentarse entre los estados miembros, proponer leyes o enmiendas en nombre de un grupo, pedir la palabra en cuestiones no forzosamente relativas al conflicto palestino, copatrocinar resoluciones o -y estos son los más polémicos-ser elegido para todos los comités de la Asamblea y participar en todas las sesiones de alto nivel de la ONU, donde tendría «derecho de voto».
EE.UU. encabeza de nuevo la oposición
Según explicaron a EFE fuentes diplomáticas, esta inclusión del derecho de voto para un país que no es miembro de pleno derecho fue una sorpresa incluso para los países no árabes que con más ahínco apoyan la idea de un Estado palestino, y principalmente para Estados Unidos, que ya está ejerciendo todo tipo de presiones para ‘descafeinar’ la resolución que se votará el viernes.
Su embajador adjunto ante la ONU, Robert Wood, advirtió los pasados días que una resolución así equivale a «burlar al Consejo de Seguridad» y que crearía «un precedente preocupante» por lo que supone en cuanto a no respetar la propia carta fundacional de la ONU, y concretamente su artículo 4, que establece las condiciones de membresía.
Por su parte, el embajador israelí, Gilad Erdan, no se anduvo por las ramas y dijo que, en caso de aprobarse esa resolución, su país espera que «Estados Unidos deje de financiar por completo a la ONU y sus instituciones, de acuerdo con las leyes estadounidenses».
Tal fue la presión que la representación de Palestina ante la ONU salió a confirmar ayer martes, por boca de su ‘número dos’ Majed Bamya, en su cuenta de X, que el texto final no recogerá el derecho de voto de Palestina en la Asamblea General ni el derecho a presentarse como candidata a los organismos de la ONU.
Las negociaciones están siendo intensas durante toda la semana porque los palestinos, y el grupo árabe en general, desean que la resolución recoja el máximo número de apoyos posibles, más allá de los 142 países que ya reconocen el Estado palestino (el 74 % de los miembros de la ONU), lo cual pondría en evidencia el aislamiento de Israel y su inquebrantable aliado norteamericano.
Pero, al mismo tiempo, los países árabes intentan que esa votación del viernes logre algo más que símbolos, y desean dotar a Palestina de prerrogativas que le acerquen cada vez más a la membresía plena y le permitan superar su estatus actual.
Palestina solicitó entrar en Naciones Unidas en 2012, pero entonces la petición ni siquiera llegó a ser votada en el Consejo de Seguridad, al ser rechazada por el Comité de Admisiones; el caso pasó entonces a la Asamblea General que dio a Palestina (con el voto afirmativo de 139 países) el estatuto de «Estado observador no miembro» que ha tenido hasta hoy.
EFE / Javier Otazu