La inflación en Argentina logró en febrero pasado rebajar su elevado ritmo de crecimiento mensual, aplacada por un drástico ajuste del Gobierno de Javier Milei, que, aun así, este martes decidió tomar medidas ante las alzas «desmesuradas» de precios.
Según informó el Instituto Nacional de Estadística y Censos, el índice de precios al consumidor se situó en febrero en el 276,2 % interanual, la tasa más alta desde marzo de 1991.
Con todo, el índice mostró un alza del 13,2 % con respecto al primer mes del año, logrando desacelerar el frenético ritmo en el que volaron los precios en diciembre de 2023 (25,5 %) y en enero último (20,6 %).
En aquellos dos meses, los primeros del Gobierno del libertario Milei, la inflación había trepado como consecuencia de una súbita devaluación del 50 % del peso argentino en diciembre y la decisión de la nueva Administración de liberar los precios ‘reprimidos’ de la economía, convalidando fuertes aumentos en bienes y servicios de todo tipo.
En febrero, el reajuste de precios continuó, especialmente en servicios (transporte público, electricidad, telefonía e internet), pero desde el plano cambiario, con una apreciación del peso frente al dólar estadounidense, los precios sufrieron menos presión.
Además, el freno a la emisión monetaria para financiar el Tesoro, uno de los pilares del plan de Milei, comenzó a tener el efecto propio de una política monetaria restrictiva.
Por lo demás, el manido eslogan de Milei del «no hay plata» ha encontrado su eco en los hogares, donde, con ingresos que han crecido muy por debajo del ritmo de inflación, las decisiones obligadas de recortes en el consumo están a la orden del día, aportando su grano de arena a la moderación en el alza de precios.
De hecho, las ventas en los comercios pymes se desplomaron un 25,5 % interanual en febrero.
Desde la Oficina del Presidente destacaron en un comunicado que la desaceleración de febrero, con un alza mensual por debajo de la proyectada por consultores privados, ha sido «contundente» y fruto de la «fuerte disciplina fiscal» impuesta por el Gobierno, que se ha propuesto como objetivo «innegociable» luchar contra la inflación «con uñas y dientes».
Pese al freno logrado en febrero al vertiginoso avance de la inflación registrado en los meses previos, el Gobierno entiende que hubo ajustes «desmedidos», en particular en bienes de consumo masivo, como los alimentos y las bebidas, que en el segundo mes del año registraron un alza interanual del 303,8 %.
Ante ello, el Ejecutivo resolvió este martes abrir las importaciones de productos de la cesta básica como alimentos, bebidas y productos de limpieza, cuidado e higiene personal y de los medicamentos, además de suspender por 120 días ciertos impuestos sobre estas importaciones.
La medida fue anunciada después de que el lunes el ministro de Economía, Luis Caputo, se reuniera con grandes cadenas de supermercados, las que, según el propio funcionario, reconocen que habían aumentado los precios «imaginando un escenario caótico que no se dio» y «saben perfectamente» que los precios «están totalmente desfasados», con valores un 50 % por encima de los de Estados Unidos en algunos productos.
Según explicó este martes Caputo en el AmCham Summit, el encuentro anual organizado por la Cámara de Comercio de Estados Unidos en Argentina, abrir las importaciones permitirá a los supermercados tener mayor poder de negociación ante los fabricantes locales para no convalidar alzas de precios.
«Es una manera de forzar la competencia y de proteger al consumidor. Es dar un pequeño empujón para que los precios no solo dejen de subir sino que empiecen a bajar», alegó.
Los analistas, que son consultados mes a mes por el Banco Central argentino para su informe de expectativas de mercado, moderaron recientemente al 210,4 % su pronóstico de inflación para 2024.
Argentina registró el año pasado la inflación más alta del mundo: 211,4 %, la mayor tasa desde la hiperinflación de 1989-1990 y con una notable aceleración respecto al 94,8 % de 2022.
EFE / Natalia Kidd