Los dos empleados del banco vaticano que corren el riesgo de ser despedidos por casarse, debido a una nueva norma del organismo que prohíbe expresamente la contratación de dos cónyuges, han contraído matrimonio, por lo que podrían perder su empleo en un mes si no se alcanza alguna solución antes.
La Asociación de Empleados Laicos del Vaticano (ADLV) reveló este miércoles que ha intentado mediar sin éxito hasta ahora en el caso de los dos funcionarios del Instituto para las Obras de Religión (IOR), conocido como el Banco vaticano, y que se casaron el pasado sábado, según anuncia «Il Messaggero».
«Como asociación que representa las reivindicaciones de sus casi 600 miembros, hemos intentado mediar con el IOR, hemos aportado argumentos para poner de relieve cómo el nacimiento de una nueva familia no puede verse comprometido por reglamentos burocráticos, hemos consultado a expertos en derecho canónico, pero no ha servido de nada», asegura la organización.
La ADVL explica, en un comunicado, que lo que resultó de sus intentos fue una «fría comunicación que hacía referencia a un reglamento, que de hecho tiene efectos retroactivos, dado que nuestros dos colegas ya habían fijado la fecha y el lugar de la boda cuando salió el nuevo reglamento».
La organización asegura que lleva «tres años trabajando para que en el Vaticano se establezca también un derecho laboral que tenga en cuenta las legítimas aspiraciones de las personas y refuerce nuestro sentido de comunidad».
«Con la ayuda de todos seguiremos actuando, nos reforzaremos como el organismo deseado por San Juan Pablo II, para que la Adlv sea un actor de concertación en todos los lugares de trabajo», concluye.
Los dos jóvenes empleados se casaron el pasado sábado en una parroquia de la costa romana junto a un grupo reducido de amigos y familiares, ha desvelado en las últimas horas el «Messaggero».
En la práctica, se prevé la terminación del contrato de trabajo después de 30 días después de la celebración del matrimonio, a menos que uno de los dos cónyuges decida renunciar voluntariamente al empleo.
Los «Romeo y Julieta de más allá del Tíber tuvieron el coraje de desafiar al poder y, sobre todo, al extraño reglamento recién publicado del IOR», señala el diario romano, que fue el que sacó a la luz en julio pasado la situación estos dos empleados vaticanos.
Desde entonces, la cuestión se ha «inflado, rebotando en varias mesas curiales, analizada por prelados y juristas pero sin ninguna solución posible», según la fuente, que destaca que «para los dos jóvenes la única posibilidad existente para intentar mantener su puesto de trabajo sería una intervención directa por parte del pontífice».
Los recién casados ya fueron suspendidos algunos días dar a conocer su historia por el IOR, que en una nota aseguró que su objetivo «es exclusivamente garantizar condiciones de igualdad de trato entre el personal».