Decenas de cubanos tomaron las calles de La Habana para protestar por la falta de agua potable, una crisis que se ha prolongado durante varios días y afecta a miles de familias en la capital.
Vecinos del centro de la ciudad bloquearon la calle Reina para exigir a la dictadura de Miguel Díaz-Canel respuestas inmediatas y soluciones concretas a la escasez de este servicio básico.
La protesta fue documentada por el Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH), que reclamó respeto a los derechos fundamentales de la población en medio de una crisis social y económica cada vez más profunda.
“Los derechos a la libre expresión y manifestación deben ser respetados. Los cubanos están cansados de la indiferencia ante la creciente pobreza en la que vive el país, que afecta al 89% de las familias”, publicó el organismo en su cuenta de X.
El OCDH señaló que las recientes manifestaciones reflejan la magnitud de las privaciones en la isla.
A este panorama se suma el informe oficial del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, publicado hace una semana, que atribuye la falta de agua a la sequía y a fallas en los sistemas de bombeo.
“El abasto de agua en el país atraviesa una situación crítica”, reconoció Antonio Rodríguez, presidente del Instituto, en declaraciones recogidas por el periódico estatal Granma. Según datos oficiales, la crisis golpea con especial dureza al oriente cubano.
Las provincias de Santiago de Cuba, Holguín y Ciego de Ávila figuran entre las más afectadas, con unas 860.000 personas privadas de abastecimiento regular de agua tras el bajo nivel en las represas y la prolongada falta de lluvias.
Rodríguez reconoció que aproximadamente 248.000 personas carecen de un suministro regular de agua, debido a que las fallas eléctricas afectan el funcionamiento de los equipos de bombeo. Vecinos de La Habana denunciaron que la situación se ha agravado desde el año pasado, cuando varios barrios permanecieron meses enteros sin el suministro del servicio.
La infraestructura deficitaria y las limitaciones para invertir en obras públicas han agudizado el problema del agua y los cortes eléctricos. Expertos independientes estiman que el régimen cubano necesitaría entre 8.000 y 10.000 millones de dólares para recuperar la red, afectada por décadas de uso, falta de mantenimiento y escasez de divisas para importar recursos necesarios.
La crisis también se extiende a productos básicos, medicinas y combustible. El país atraviesa una inflación elevada y una ola migratoria sin precedentes. El régimen cubano aplicó a fines de 2023 un plan de ajuste con nuevas restricciones al gasto público y aumentos selectivos de tarifas, además de la dolarización parcial de algunos sectores económicos.
El colapso de suministros y servicios tiene repercusiones directas sobre el consumo básico y la alimentación. Según un estudio de la ONG Food Monitor Program, un cubano necesita al menos tres salarios medios para cubrir el costo de la canasta básica. La cifra resulta “inalcanzable” para la mayoría de las familias, concluyó el informe difundido a principios de agosto.
De acuerdo con el relevamiento, una pareja de adultos en La Habana requiere aproximadamente 41.735 pesos (347,7 dólares) para acceder a una dieta apenas suficiente, monto equivalente a casi 20 salarios mínimos vigentes en el país o dos años de pensión mínima.
El mismo estudio de Food Monitor Program relevó el consumo de 29 productos alimenticios fundamentales durante seis meses y detectó un alto grado de inseguridad alimentaria. Según los resultados, el 55,1% de la población consigue realizar tres comidas diarias, el 29% solo dos, el 11,9% “más de tres” y el 4% apenas una comida por día. Además, el 42,2% destina la totalidad de sus ingresos a la compra de alimentos.
La situación golpea especialmente a la población infantil. Según UNICEF en 2023, casi uno de cada diez niños cubanos vive en condiciones de “pobreza alimentaria severa”, lo que se traduce en acceso a únicamente uno o dos grupos de alimentos al día.