Las acusaciones de crímenes de guerra acompañan al presidente ruso, Vladímir Putin, desde su ascenso al Kremlin en 2000 coincidiendo con la Segunda Guerra de Chechenia. Después vendría la intervención militar en Siria (2015) y la conocida como «operación militar especial» en Ucrania (2022), también salpicadas de numerosas denuncias.
Putin había sido acusado antes de ser responsable directo o indirecto de la comisión de crímenes de lesa humanidad, pero es la primera vez que un órgano como la Corte Penal Internacional (CPI) emite una orden de arresto por ese motivo contra el jefe del Kremlin.
El Kremlin aseguró el viernes que Rusia no reconoce la jurisdicción de dicha corte, por lo que considera sus decisiones «jurídicamente nulas».
Chechenia, un agujero negro
En abril de 2000, un mes después de que Putin fuera elegido presidente ruso, la Federación Internacional de Ligas de Derechos Humanos (FIDH) y la organización rusa Memorial publicaron un informe sobre los abusos cometidos en la república norcaucásica de Chechenia.
Ambas organizaciones concluyeron que Putin y su antecesor en el cargo, Boris Yeltsin, debían «ser considerados los principales responsables, al menos por las funciones que ocupaban, de los crímenes de guerra y de los crímenes contra la humanidad perpetrados en Chechenia por las fuerzas rusas».
Además, recomendaron al Consejo de Seguridad de la ONU crear un Tribunal Penal Internacional «ad hoc» para Chechenia, donde Putin lanzó una brutal operación terrorista en 1999 para descabezar a la guerrilla islamista.
Putin mantiene que a su llegada al poder la Federación Rusa, al igual que la URSS en 1991, estaba amenazada de desintegración, en gran medida debido a las actividades en el polvorín del Cáucaso de organizaciones terroristas patrocinadas, entre otros, por los países occidentales.
Siria, el bombardeo de Alepo
Los Gobiernos de Siria y Rusia han sido acusados de cometer crímenes de guerra al bombardear salvajemente en septiembre y octubre de 2016 la ciudad de Alepo, donde se atrincheraban tanto las fuerzas opositoras al régimen de Bachar al Asad como grupos terroristas, según Moscú y Damasco.
Según las organizaciones de derechos humanos, varios cientos de civiles, entre ellos unos cien niños, murieron en esos bombardeos perpetrados por la aviación rusa y siria, ataques que alcanzaron viviendas e infraestructuras sociales, incluido hospitales.
Entonces, la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, François Hollande, advirtieron a Putin durante una reunión de que dichos ataques representaban un crimen de guerra y un martirio para la población.
Ambos coincidieron también en que el régimen de Asad y Rusia no podían emplear la lucha contra los terroristas como «excusa» para bombardear una ciudad en la que vivían 300.000 civiles.
Asad visitó esta misma semana Rusia, donde fue recibido por Putin, al que mostró su apoyo contra lo que llamó antiguos y nuevos nazis.
Ucrania, la matanza de Bucha
Tras la retirada de las tropas rusas del norte de Kiev a principios de abril de 2022, las autoridades locales hallaron en las calles de la localidad de Bucha numerosos cadáveres de personas ejecutadas por soldados rusos.
Días después, Kiev denunció el hallazgo de fosas comunes con cientos de cuerpos en el norte de la capital ucraniana y también en otros lugares como en la región oriental de Járkov y el Donbás.
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha acusado abiertamente a Rusia de crímenes de guerra, tras lo que cada jefe de Estado que visita el país se desplaza a Bucha para rendir tributo a las víctimas.
Entonces, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, manifestó que su homólogo ruso debía ser juzgado por crímenes de guerra.
«Tenemos que conseguir todos los detalles para que pueda haber un juicio por crímenes de guerra. Este tipo es brutal y lo que está ocurriendo en Bucha es indignante», afirmó.
Biden recalcó que Putin, al que ya había calificado de «criminal de guerra» poco después del inicio de la intervención militar, «debería rendir cuentas» por lo sucedido.
La organización de derechos humanos Human Rights Watch afirmó tener indicios de que el Ejército ruso cometió posibles crímenes de guerra en las áreas bajo su control en el país vecino, entre ellos ejecuciones sumarias de civiles.
Al respecto, Putin aseguró que la matanza de Bucha era una «falsificación» similar a las escenificadas por Occidente en otros rincones del mundo.
EFE