El Gobierno del presidente brasileño, Jair Bolsonaro, que concluirá el próximo 1 de enero, renovó este miércoles la concesión de TV Globo, la mayor red de televisión del país, pese a que el mandatario había amenazado con cancelarla.
La renovación de la concesión de TV Globo, por 15 años, fue publicada este miércoles en el Diario Oficial, junto con las de los grupos TV Record y Tv Bandeirantes, después de que el Ministerio de Comunicaciones estableciera que las tres cumplen con las condiciones requeridas por la ley.
Desde la campaña electoral que lo llevó a asumir el poder en enero de 2019, Bolsonaro mantuvo una durísima campaña contra TV Globo, que fue uno de los blancos principales de sus continuos ataques contra el trabajo de la prensa profesional.
«Globo basura», solía vociferar hasta en discursos oficiales el presidente saliente, que el próximo 1 de enero dejará el poder en manos del progresista Luiz Inácio Lula da Silva, quien lo derrotó en las elecciones de octubre pasado.
Globo es el canal de mayor audiencia del país y fue fundado en 1965 por el periodista Roberto Marinho, en plena dictadura.
En sus inicios apoyó al régimen militar, pero luego se distanció y desde la democratización del país, en 1985, ha mantenido una línea crítica y de independencia en relación a todos los Gobiernos.
A lo largo de su mandato, Bolsonaro amenazó con cancelar la concesión de TV Globo, lo que llevó a la prensa local a compararlo con el fallecido presidente de Venezuela Hugo Chávez, quien en 2007 negó la renovación del permiso de RCTV, que tenía la mayor audiencia del país, y la sacó del aire.
La permanente campaña de desprestigio mantenida por Bolsonaro contra los medios de comunicación ha sido durante estos años motivo de preocupación en la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), que reflejó esa inquietud en sus últimos cuatro informes anuales.
El más reciente, divulgado durante la Asamblea General del organismo celebrada en Madrid en octubre pasado, sostuvo que la libertad de prensa en Brasil continuaba en «estado crítico» por las continuas ofensas contra periodistas, en su mayoría atribuidas a Bolsonaro, la ultraderecha que lo apoya y su familia.
De acuerdo con la SIP, la situación «incluso empeoró» con el inicio de la campaña electoral para las presidenciales de octubre, con millones de mensajes ofensivos contra profesionales de la comunicación, especialmente mujeres.
Con información EFE