El dueño de Chicago Red Stars, Arnim Whisler, decidió este lunes poner en venta el club tras verse involucrado en un escándalo de abusos sistemáticos a las jugadoras de la liga femenina de fútbol estadounidense (NWSL).
«En los últimos quince años, mi familia y yo hemos trabajado con corazón, tiempo, recursos y esfuerzo para fundar la NWSL y convertir a las Chicago Red Stars en uno de los mejores equipos de fútbol femenino del mundo. Está claro que teníamos que apoyar más a nuestras jugadoras y sentimos profundamente no haber hecho más», escribió Whisler en un comunicado.
Whisler informó de que está trabajando «junto a la liga y al club para encontrar unos nuevos dueños que representen la diversidad de Chicago», agrega la nota recogida por los medios estadounidenses.
El nombre de Whisler figuraba en un informe de la NWSL que describía un abuso sistemático a todos los niveles hacia las jugadoras de la liga.
Tras la publicación de este informe, el pasado 5 de octubre, Whisler publicó un comunicado en el que aseguraba que sentía «profundamente» lo que las jugadoras «experimentaron durante su tiempo en Chicago».
En ese mismo momento, Whisler anunció que dejaría de estar al frente del día a día y de la gestión de su club.
Las revelaciones del informe
En las cerca de 200 entrevistas a jugadoras retiradas y en activo, entrenadores, propietarios de clubes o personal de plantilla se pusieron en evidencia tácticas manipuladoras que eran cuestión más de abuso de poder que de mejora del juego y un preocupante patrón de comentarios de contenido sexual, tocamientos indeseados o relaciones sexuales coercitivas.
Los equipos, la Liga y la Federación «no solo fracasaron sistemáticamente a la hora de responder de forma adecuada cuando fueron confrontados con denuncias de las jugadoras y muestras de abuso, sino también a la hora de instaurar medidas para prevenirlo y afrontarlo», recalca ese documento de 36 páginas.
Como resultado de esa falta de vigilancia, entrenadores responsables de esos abusos se fueron moviendo de equipo en equipo sin que nadie frenara sus contratos, blanqueados por comunicados de prensa en los que los clubes les agradecían los servicios prestados.
El documento se centra en tres técnicos -Paul Riley, Rory Dames y Christy Holly- para ilustrar la gravedad del fenómeno, pero recuerda que la pasada temporada la mitad de los diez equipos de la Liga se separaron de sus entrenadores tras denuncias de las jugadoras.
De Dames, por ejemplo, sus jugadoras en el juvenil Chicago Eclipse Select recuerdan que las llamaba «putas», «retrasadas» o «culo gordo» y que «en múltiples ocasiones cruzó la línea de las relaciones sexuales».
Con información de EFE