Más de un tercio de los municipios portugueses, incluidos Lisboa y Oporto, empezaron este sábado el toque de queda de fin de semana, que obliga a cerrar a casi todos los establecimientos y permanecer en casa a partir de las 13:00 horas, entre protestas del sector de la hostelería.
Empresarios y trabajadores de restaurantes, hoteles, ocio nocturno, cultura y otros sectores protagonizaron una manifestación en el centro de Lisboa que coincidió con el inicio del toque de queda para pedir más medidas para salvar la economía.
La protesta, que se produjo un día después de que una manifestación similar acabase con disturbios en Oporto, fue organizada por el movimiento «A pan y agua» y juntó a varios centenares de personas en la céntrica plaza de Rossio, aunque se desarrolló de forma pacífica.
«Están matando el 100 % de los restaurantes por un 3 % de los contagios», podía leerse en uno de los carteles de la protesta, en la que empresarios de varios sectores pronunciaron discursos marcados por la indignación.
La manifestación coincidió con un anuncio del ministro de Economía luso, Pedro Siza Vieira, que prometió ayudas de 1.100 millones de euros, 500 a fondo perdido, para la restauración, lo que equivale a un 60 % de las pérdidas del sector en los primeros nueve meses.
EFE