Francia inició este sábado una nueva fase de restricciones, con la ampliación del toque de queda en todo el país, para intentar evitar el agravamiento de la pandemia que se está produciendo en buena parte de Europa.
Desde las seis de la tarde, dos horas antes que hasta ahora, los franceses deberán estar en casa salvo que justifiquen motivos laborales, sanitarios o de cuidado de una persona dependiente, entre otros.
Una medida que ya estaba en vigor en 25 del centenar de departamentos del país, y que, tal y como el Gobierno anunció el jueves, ha permitido ralentizar la circulación del coronavirus en esos territorios.
Su entrada en vigor a nivel nacional, que coincidió con la primera nevada en la capital, ha sido recibida con una mezcla de confianza y resignación entre los ciudadanos.
«El resto de la semana trabajo por las tardes y mi vida no va a cambiar porque tengo una autorización, pero el fin de semana es frustrante tener que correr para volver a casa si estás con amigos», dijo este sábado a EFE la profesora de francés para extranjeros Anna Lévy.
EFE