Un total de 243 organizaciones pro derechos humanos, encabezadas por Human Rights Watch (HRW), firmaron este jueves una carta conjunta para pedir el boicot diplomático a los Juegos Olímpicos de invierno, que comienzan el 4 de febrero en Beijing, en protesta por los abusos a los derechos fundamentales en China.
La carta dice que esos juegos se van a celebrar “en medio de crímenes atroces y graves violaciones de derechos humanos por parte del Gobierno chino”, y pide que se siga la actitud de países como Australia, Japón, el Reino Unido o Estados Unidos de ejercer el boicot diplomático, que supone no enviar representantes del gobierno a las ceremonias de apertura y clausura.
A las compañías que patrocinan oficialmente los juegos (Airbnb, Coca Cola, Samsung, Toyota, Visa y Panasonic, entre otras) les critican por no usar su influencia para mitigar las violaciones de derechos humanos y no responder a los requerimientos de los activistas humanitarios en este sentido.
Entre las principales violaciones que el gobierno chino ha cometido y comete se citan “las detenciones arbitrarias, torturas y trabajos forzosos de millones de uigures” en la región de Xinjiang, “el aplastamiento de los medios independientes y las instituciones democráticas en Hong Kong”, la persecución de aquellos que ejercen la libre expresión y el derecho de asamblea o la vigilancia tecnológica de los ciudadanos a través de las aplicaciones.
El Comité Olímpico Internacional es criticado por decir que no hay que mezclar deporte y políticas, cuando “el gobierno chino es el que usó los Juegos de 2008 para servir a sus intereses”, y ahora el COI “tiene una oportunidad única para empoderar a los atletas y presionar al gobierno chino a que acepte las normas internacionales”.
Al tiempo que presentan este comunicado, HRW invitó a varios activistas opositores chinos de diferentes etnias y ámbitos que en una rueda de prensa conjunta apoyaron el llamamiento al boicot y usaron el término “genocidio” para calificar lo que el gobierno chino lleva a cabo tanto en Xinjiang como en el Tíbet.
Brian Leung, director ejecutivo del Consejo Democrático de Hong Kong (en el exilio), recordó que al gobierno chino le importa mucho la imagen internacional, y si los atletas y los países alzasen la voz para decir que no es normal lo que está sucediendo es ya un punto de partida, pues hay que demostrar que China “es más hostil que nunca al discurso de los derechos humanos” y está logrando “normalizar la autocensura”.
Una de las más duras fue Zumretay Arkin, del Congreso Mundial Uigur, que dijo que su pueblo está sufriendo “la mayor campaña de detenciones masivas desde el holocausto”, con esterilizaciones forzosas, abortos provocados, destrucción cultural, separaciones familiares, y a todo ello “contribuyen empresas extranjeras que se abastecen en Xinjiang”.
“¿Cómo pueden quedarse callados el Comité Olímpico Internacional, o la ONU?”, se indignó.
Todos coincidieron en que la situación en 2022 es peor que en 2008, durante los primeros juegos olímpicos celebrados en China, ya que entonces había una cierta apertura y había una suerte de sentimiento nacional de orgullo por lo logrado, pero ahora la represión se ha abatido sobre minorías étnicas o religiosas, líderes pro democracia, periodistas y todo tipo de disidentes.
“Estos juegos van a ser los más problemáticos de la historia”, dijo por su parte Mei Fong, jefa de comunicación en Human Rights Watch.