Las elecciones regionales fueron el epicentro de una “doble rebelión” que no deja ni ganadores ni perdedores absolutos, pero que sí sacó a relucir las debilidades tanto del régimen de Nicolás Maduro como de la Plataforma Unitaria encabezada por el G4 (Primero Justicia, Acción Democrática, Un Nuevo Tiempo y Voluntad Popular).
“El comportamiento diferenciado entre poblaciones grandes y pequeñas nos muestra una doble rebelión de las zonas rurales: participan más, en contra del discurso abstencionista que mantuvieron los grandes partidos de la oposición (MUD y G4) durante al menos tres años consecutivos, y paralelamente castigan más al gobierno”, evalúa el sociólogo Héctor Briceño en un artículo publicado en la revista Democratización, editada por el Instituto de Estudios Políticos y Sociales FORMA.
Briceño destaca que el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y sus aliados “perdieron una cantidad importante de votos, una gran mayoría en sus tradicionales bastiones, zonas rurales, poco pobladas y económicamente deprimidas, donde los mecanismos de control político y social suelen ser mucho más poderosos y la población más dependiente del estado regional, local y de las estructuras políticas”.
A juicio del investigador de la Universidad Central de Venezuela (UCV), el retroceso del PSUV “sugiere un agotamiento de la maquinaria partidista y que la crisis ha golpeado también al gobierno, deteriorando tanto sus fidelidades como su capacidad coercitiva”. En esa línea, sostiene que “la votación representa una clara protesta contra el gobierno, pues en estas zonas -rurales- el colapso de la capacidad del Estado y de los servicios públicos ha impactado más profundamente la calidad de vida en la población”.
Al hacer el balance de la oposición, Briceño observa que la “MUD aumentó como nunca antes su votación en los circuitos más pequeños, donde obtuvo un desempeño por encima de su promedio, aunque perdió espacio en sus bastiones tradicionales, las grandes ciudades, no solo frente al chavismo sino también frente a las nuevas coaliciones opositoras, Fuerza Vecinal y Alianza Democrática”.
“A diferencia de lo ocurrido en el bloque chavista, dentro del cual el PSUV mantiene el control hegemónico, entre el voto y liderazgo opositor se consolidó una división que disolvió el monopolio que ejercía la MUD y el G4”, advierte el doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de Rostock, Alemania.
Campo abierto
En el artículo publicado en la revista Democratización de FORMA, Briceño puntualiza: “En las elecciones regionales y municipales 2021 no hay ganadores ni perdedores absolutos. Los resultados dejan la puerta abierta, de par en par, a la política. Ese es quizás el mensaje más importante que nos deja la rebelión democrática del 21 de noviembre de 2021: el futuro estará en manos de aquellos liderazgos que puedan tejer la más amplia red de alianzas, basadas en confianza y en la voluntad de cooperación para enfrentar los retos de la reconstrucción democrática”.
Así como analiza la actuación del liderazgo político, Briceño tiene palabras de elogio para el votante venezolano. “Los electores se elevaron por encima de las divisiones y diferencias políticas, apoyando una pluralidad de liderazgos de distinto signo por igual. Distribuyeron premios y castigos a líderes y partidos. Demostraron manejar y dominar información política aún en un proceso electoral sumamente complejo, y más importante aún, demostró una vez más gran madurez a la hora de elegir”, concluye el académico.
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