El líder político de la oposición cubana y miembro de la Unión Patriótica de Cuba (Unpacu), José Daniel Ferrer, estuvo al menos durante ocho horas secuestrado por el régimen cubano este jueves. Un hecho que fue denunciado por activistas y que quedó registrado en fotos.
Por Infobae
El suceso se registró a plena luz del día, en el medio de la calle, muy cerca de la sede de Unpacu, por parte de las fuerzas policiales, quienes impusieron un cerco en torno a las instalaciones de la formación en Santiago de Cuba.
“El cerco para impedir el paso de los activistas y de las personas desamparadas que tratan de venir acá a buscar alimentos, medicinas y otros cuidados, se debe a que les asusta que a pesar del terrorismo de Estado que han desatado contra los activistas y contra los indigentes, en los pocos días que duró el parcial levantamiento del cerco la sede de la Unpacu se estaba llenando ya de personas”, aseveró Ferrer luego de ser liberado.
En conversación exclusiva con Infobae, el dirigente opositor narró paso a paso cómo se llevó a cabo su secuestro por parte de las fuerzas castristas y cómo la dictadura hizo uso excesivo de la fuerza para amedrentarlo a él y a su familia.
Fue una detención totalmente arbitraria. Hoy volvieron a cercar la sede principal de la Unión Patriótica de Cuba y sobre las 10:30 / 11:00 de la mañana, como la fuerza represiva no dejaba entrar a ningún activista, salí hasta la vivienda de un activista vecino a buscarlo y a entrarlo conmigo.
Cuando lo entraba, un mayor de la policía política de nombre Alexei Atí, empezó a ofenderme de palabra y a decirme que quién era yo para estar pasando personas por ahí por el cerco que ellos tenían, y le dije que el cerco era arbitrario, que el cerco era ilegal y que yo pasaba a quien yo quisiese para mi casa.
Me habló de manera muy agresiva, con amenazas, que tenía que irme de allí y le dije que no me iba a ir de allí. Llamó a otros agentes para que me sacasen por la fuerza y cuando los agentes llegaron, me tendí de inmediato en la calle con la intención de no permitir que me moviesen fácilmente del lugar, de la esquina cercana a mi casa.
Llamó a más agentes, en este caso a un autopatrulla y entre los agentes de la policía política de civil y los del autopatrulla me levantaron, me introdujeron los dedos con fuerza en la garganta, en la parte alta del cuello, me presionaron con bastante fuerza, me tiraron sobre el asiento trasero del autopatrulla, uno de los agentes se me echó encima por un lado y así anduvieron varias cuadras encima de mí, mientras me llevaban para el puente de San Juan en las afueras de la ciudad.
Luego de dos o tres horas dentro del autopatrulla cerrado por completo, aparecieron dos altos oficiales de la policía política, un mayor que dice llamarse Iván, seguro que ese es un pseudónimo, que me aseveró que él había venido de La Habana mandado por el ministro del interior, a ponerse al frente de lo que estaba pasando acá en Santiago de Cuba con la Unpacu, con mi persona y con el cierre. Ellos le llaman así, a lo que nosotros llamamos cerco arbitrario, ellos le llaman cierre, es el término que usan.
Me llevaron entonces para la Loma de San Juan, donde está el monumento a la guerra de 1895, la guerra entre Estados Unidos y los cubanos los mambises independentistas contra el colonialismo español y allí empezamos una serie de debates sobre la represión, sobre lo que está pasando en el país, sobre la situación económica que vive la nación, la opresión, la miseria, el congreso del partido único, del partido que oprime y esclaviza al pueblo cubano y ahí vinieron con las amenazas de que me pueden ingresar a prisión, que yo estoy bajo el cumplimiento de una sanción de privación de libertad de cuatro años y medio, y que si sigo con mis acciones pueden llevarme a prisión y que a mi esposa la pueden encarcelar porque está ejerciendo la medicina sin autorización del régimen, a lo que por supuesto les respondí que estamos listos para ir a prisión por defender la causa justa por la que luchamos y que está mi esposa lista a ir a prisión por atender a los enfermos, abandonados a su suerte por el Ministerio de Salud Pública y por sus médicos e instalaciones médicas.
Por supuesto que les dejé claro que mi esposa es médico, que tiene su título y que tiene todo el derecho a asistir gratuitamente a quien ella estime conveniente, a todo el que lo necesite. Mi esposa no ejerce la medicina como negocio, no lo hace por interés material, lo hace por humanidad, lo hace por ayudar a los más necesitados.
Ahí el debate siguió hasta horas en las que empezaba a oscurecer y me liberaron aquí en la esquina de abajo de la casa nuestra, de la sede principal de la Unpacu sobre las 7:30, les voy a mandar ahora las imágenes de las molestias y lesiones que me produjeron usando la fuerza e introduciéndome los dedos con fuerza debajo de la garganta para evitar que yo fuese a gritar cualquier consigna o para que yo protestase verbalmente.