Torturas y maltratos de todo tipo, desde palizas a electroshocks o violencia sexual, fueron cometidos durante años en las prisiones del régimen de Bashar al Assad, que dejaron decenas de miles de muertos y cientos de miles de desaparecidos, documenta un informe publicado este lunes por Naciones Unidas.
El informe de la Comisión de Investigación de Siria, que se publica poco después de que sus miembros pudieran visitar por primera vez ese país en diciembre y enero y ver algunas de las prisiones cuyos crímenes han documentado, detalla un uso sistemático de abusos contra opositores, muchos ahora fallecidos o en paradero desconocido.
«Esperamos que nuestros hallazgos tras 14 años de investigaciones puedan ayudar a terminar con la impunidad de estos crímenes», destacó el presidente de la comisión, Paulo Pinheiro, quien pidió al gobierno de transición sirio y a las futuras autoridades que lo sucedan medidas para garantizar que las atrocidades no se repitan.
El informe, elaborado con más de 2.000 testimonios, incluidos los de 550 supervivientes de torturas, indica que aunque la mayoría de las víctimas eran hombres, también hubo casos entre mujeres y menores de edad.
Palizas, electroshocks y posturas forzadas
Las palizas eran el método más usado contra los detenidos, algo reportado por casi todas las víctimas, pero había muchos otros, que variaban según el centro de detención, e incluían desde electrocuciones a suspensión por los brazos y las piernas.
Otros métodos documentados en varias localizaciones eran el «dulab» (aprisionar a una persona en un neumático) y similares métodos de torsión dolorosa sobre el cuerpo utilizando asientos (la denominada «silla alemana») o tablones y mesas (la «alfombra voladora»).
Muchas víctimas reportaron también quemaduras deliberadas con cigarros, velas o agua hirviendo, arrancado de uñas y dientes, obligación de permanecer durante horas o incluso días de pie, denegación de cuidados médicos o incluso agravamiento intencionado de heridas.
En celdas donde la densidad media era de 2,5 reclusos por metro cuadrado y donde niños convivían con adultos, los presos tenían escasa alimentación, a menudo en mal estado, dormían en el suelo y carecían muchas veces de agua potable y de ropa, relata el documento de 114 páginas.
Presos del hambre y las enfermedades, muchos detenidos morían tras largas agonías y sus cuerpos a menudo eran dejados durante días en celdas comunes junto a los detenidos, relataron algunos de los testigos entrevistados para el informe.
Éste también retrata numerosas prácticas que buscaban la deshumanización de los reos, desde insultos, desnudamientos forzados y amenazas hasta obligarles a imitar animales o a lamer la tierra y la basura.
Entre decenas y cientos de miles de víctimas
Aunque el informe no brinda un número exacto de personas que pudieron sufrir estos abusos, podría ser similar al de los decenas de miles de muertos o cientos de miles de desaparecidos que según los cálculos más prudentes dejaron estos centros de detención, según recuerda el informe.
«Pese a la caída del antiguo gobierno el pasado año, la agonía continúa para decenas de miles de familias que no han encontrado a sus parientes desaparecidos entre los prisioneros liberados, y el descubrimiento de fosas comunes ha hecho que muchas familias teman lo peor», recordó la comisión en un comunicado emitido junto al informe.
Los miembros de la comisión visitaron en los dos meses transcurridos tras la caída del régimen algunas de esas fosas comunes y varios centros de detención desmantelados como la famosa prisión de Sednaya en las afueras de Damasco, o el centro «Rama 225 Palestina», en la capital siria.
«Celdas minúsculas y sin ventanas todavía mantenían un terrible hedor y evidenciaban el insufrible dolor que hubo en ellas», destacó el comunicado de la comisión al recordar las visitas de los investigadores, quienes señalaron que muchas de las pruebas de los abusos allí perpetrados se han perdido pero no todas.
«Tras haber logrado acceso por primera vez a Siria, la comisión planea profundizar sus investigaciones en los próximos meses, al tener un acceso sin precedentes a supervivientes que ya no temen represalias a la hora de dar sus testimonios», subrayó el comunicado.
EFE / Antonio Broto