Recientemente Provea publicó su informe de seguridad alimentaria en la que se refleja que Venezuela pasó de ser uno de los seis países con mejor desempeño en dicha materia -durante el período 2009-2011-, a ser el segundo con peor desempeño -después de Haití-, en el período 2019-2021 con una cifra de 22,9% de Índice de Prevalencia de Subalimentación (IPS).
«Esto quiere decir que al menos 6,5 millones de venezolanos padecieron hambre entre 2019 y 2021. Esa cifra representó casi la cuarta parte de la registrada en toda Sudamérica», señala el informe.
Destaca que conforme a las pautas de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación (FAO) sobre este indicador, Venezuela presenta un nivel de hambre crónica, no solo por la magnitud del IPS, sino por su deterioro en los últimos años, siendo esto consecuencia de la pérdida del ingreso de los ciudadanos, que no alcanza para adquirir los alimentos necesarios para cubrir las necesidades calóricas mínimas para subsistir.
«Y es que, una caída acumulada del 80% del Producto Interno Bruto (PIB) -en los últimos 8 años-, y la reducción de más del 95% del valor nominal del salario mínimo nacional, junto a las medidas tomadas por el gobierno de Maduro en materia salarial e impositiva, han destituido el poder de compra del salario, haciendo mucho más difícil el acceso a los alimentos para las personas más pobres», agrega.
El Programa Mundial de Alimentos (PMA) de Naciones Unidas, en su reporte de país publicado en enero de 2023, reportó que a pesar que algunas mejoras económicas habían ayudado a frenar la hiperinflación, la situación de seguridad alimentaria en Venezuela seguía siendo “inquietante”.
Más de cinco millones de personas necesitaban asistencia humanitaria, mientras el país importaba más del 70% de los alimentos procesados que consumía, lo que lo hacía vulnerable a las fluctuaciones de los precios internacionales.
Como consecuencia, el reporte indicó que para agosto de 2022 los precios de los alimentos aumentaron en un 30%, «haciendo que el acceso a los alimentos nutritivos y una dieta diversificada fuera difícil para la mayoría de las familias».
Para la fecha en que se emitió el reporte, Venezuela ocupaba el tercer lugar en el mundo en el rubro de inflación en el precio de los alimentos.
En 2022 el 78,9% de los hogares consultados por la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI), reportó inseguridad alimentaria, más del 50% de los encuestados sentía angustia por quedarse sin alimentos.
También, sacrificaron el consumo de alimentos saludables y variados. Adicionalmente, más del 30% de los casos reflejaron situaciones de hambre como comer menos, quedarse sin alimentos, dejar de consumir una comida al día, sentir hambre y no comer. El 13,9% de la población entrevistada pasó todo un día sin comer, según la encuesta.
De acuerdo a este panorama, Venezuela está bastante lejos de lograr el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) sobre hambre cero que implica tener un Índice de Prevalencia de Subalimentación inferior a 5%.
Con información de PROVEA