En momentos en que tropas rusas cierran el cerco en torno a Kiev, el alcalde de Ucrania expresó su orgullo por el ánimo de la población pero también su ansiedad por cuánto tiempo podrán resistir.
En entrevista con AP el domingo, tras una noche de fuertes ataques rusos en las afueras de la ciudad, el alcalde Vitali Klitschko se quedó en silencio varios segundos cuando se le preguntó si los habitantes de Kiev tendrían que ser evacuados en caso de que los rusos lleguen a la ciudad. “Eso no lo podemos hacer, porque todas las calles están bloqueadas, en estos momentos estamos rodeados, resistiendo”, dijo finalmente.
Inicialmente cuando Rusia lanzó su invasión el jueves, la ciudad de 2,8 millones de habitantes inicialmente reaccionó con preocupación, pero también con cierta medida de serenidad. Sin embargo, la tensión aumentó cuando los supermercados de la ciudad empezaron a cerrar y las estaciones del tren subterráneo fueron convertidas en refugios antibombas.
El alcalde le confirmó a la AP que nueve civiles, entre ellos un menor de edad, han muerto en Kiev.
Kiev impuso un toque de queda desde el atardecer del sábado y hasta la mañana del lunes. La orden especificó que toda persona fuera de su casa en esas horas será considerada una saboteadora. “Estamos a la caza de estas personas y será mucho más fácil si no hay nadie en las calles”, explicó Klitschko. Añadió que seis “saboteadores” rusos fueron muertos el sábado en la noche.
El avance de las tropas rusas contra Kiev ha sido más lento de lo que anticipaban muchos expertos militares.
“Acabo de hablar con el presidente (Volodymyr Zelensky) y el ánimo no es muy bueno”, afirmó Klitschko, añadiendo que los empleados municipales están asombrados pero no deprimidos. “Aquí es donde demostramos nuestro carácter, nuestros conocimientos, nuestros valores”, indicó.
En los últimos días varios ciudadanos -tanto hombres como mujeres- se han ofrecido como voluntarios para tomar armas y defender la ciudad, ya que las autoridades decidieron entregar armas a la población. Sin embargo, eso desató temores de lo que podría pasar con una población nerviosa y sin experiencia en el manejo de armas.
“Si le soy honesto, no tenemos un control al cien por ciento”, afirmó Klitschko. “Armamos esta defensa territorial en muy poco tiempo, pero nuestro pueblo es un pueblo patriótico”.
Según detalla Gustavo Sierra en su panorama de la invasión en esta medio, para estos combatientes improvisados, la vida cambió rotundamente desde poco más de una semana atrás cuando Kiev era todavía una ciudad vibrante, con cafés y restaurantes llenos y un presidente que llamaba a la calma. Hoy, en esos mismos lugares en los que los vecinos charlaban, fumaban, tomaban un borstch (sopa de remolacha) o comían holubtsi (hojas de repollo rellenas) que bajaban con algún vino de Moldova o el más tradicional vodka, ahora quedan los desperdicios del horror. Vidrios por todos lados, pedazos de puertas y coches, casquillos de balas y manchas de sangre. Lo que dejó una batalla de la noche anterior y que protagonizaron soldados del ejército regular ucraniano junto a estos voluntarios que permanecen en sus puestos con la moral tan alta como la de un guerrero griego.