Los poderosos del mundo, pero también los últimos, migrantes y desfavorecidos, asistieron este sábado al funeral de Francisco celebrado en la plaza de San Pedro ante unos 250.000 fieles y en el que se recordó que fue un «papa en medio de la gente».
Delegaciones de alrededor de 150 países y unos 50 jefes de Estado y Gobierno, como el presidente de Estados Unidos, Donald Trump; el de Francia, Emmanuel Macron, y el de Ucrania, Volódimir Zelenski, y la presidenta de la Comisión europea, Ursula von der Leyen, entre otros, se situaron en el lado derecho de la plaza de San Pedro.
También cinco presidentes latinoamericanos: el argentino Javier Milei, el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, el ecuatoriano Daniel Noboa, el dominicano Luis Abinader y la hondureña Xiomara Castro, además de los reyes de España, Felipe VI y Letizia.
Mientras, en el lado izquierdo, estaba el ‘poder eclesiástico’, compuesto por unos 220 cardenales, de los que 133 tendrán que elegir a su sucesor en el cónclave que se celebrará en los próximos días.
Pero también estuvieron invitados, aunque no en la primera fila, pero sí en un lugar privilegiado, la terraza llamada “loggia del maggiordomato», los amigos del papa, como el cartonero argentino Sergio Sanchez.
También las asociaciones de ayuda a los pobres y a los migrantes a las que el papa apoyó en sus doce años de pontificado.
Un aplauso en la plaza
En el resto de la plaza, unas 50.000 personas, que acudieron durante la madrugada para poder acceder, y otras 200.000 en la vía de la Conciliazione y en las calles aledañas tuvieron que seguir la ceremonia por las pantallas gigantes que fueron instaladas, según los datos que proporcionó el Vaticano.
El funeral del papa Francisco comenzó poco después de las 10.00 hora local (8.00 GMT) con la marcha del féretro a hombros de los ‘sediarios’ seguido en procesión los cardenales concelebrantes desde la basílica de San Pedro del Vaticano hasta el sagrado de la plaza.
A la vista del féretro en las pantallas instaladas en la plaza se escuchó un fuerte aplauso por parte de los fieles, que después continuaron el resto del funeral en absoluto silencio.
El ataúd fue colocado frente al altar, sobre una alfombra y junto a un cirio encendido y después se colocó encima el libro del Evangelio abierto.
Ahora reza por nosotros
El cardenal decano del colegio cardenalicio, Giovanni Battista Re, encargado de oficiar el funeral, recordó en su homilía que Francisco solía terminar sus discursos y encuentros diciendo: «No se olviden de rezar por mí».
«Querido papa Francisco, ahora te pedimos que reces por nosotros y que desde el cielo bendigas a la Iglesia, bendigas a Roma, bendigas al mundo entero, como lo hiciste el domingo pasado desde el balcón de esta basílica en un abrazo final con todo el Pueblo de Dios, pero idealmente también con la humanidad que busca la verdad con corazón sincero y tiene en alto la antorcha de la esperanza», terminó Re, que recibió el aplauso de los fieles.
En su homilía, Re quiso destacar que «estableció contacto directo con la gente, deseoso de estar ahí para todos, con una marcada atención a quienes tenían dificultades, dedicándose a pensar en todo, hasta en los últimos habitantes de la Tierra y en los marginados. Fue un papa entre el pueblo, con un corazón abierto a todos».
También que «frente al estallido de tantas guerras en estos años, con horrores inhumanos e innumerables muertos y destrucciones», el papa Francisco «no ha cesado de alzar su voz implorando la paz e invitando a la sensatez, a la negociación honesta para encontrar posibles soluciones».
Y no olvidó su atención a los migrantes con su primer viaje fuera a Lampedusa, «isla que es símbolo de la tragedia de la migración con miles de personas ahogándose en el mar», o que viajase también a la isla griega de Lesbos y celebrasase una misa en la frontera entre México y Estados Unidos, con motivo de su viaje al primero de estos países.
También recordó que el papa abogó por «construir puentes y no muros», en la homilía pronunciada ante más de medio centenar de líderes mundiales, incluido el presidente estadounidense, Donald Trump, y el primer ministro húngaro, Viktor Orban, adalides de la políticas anti-inmigración.
El funeral concluyó con los sediarios que mostraron el féretro a la plaza para que pudiera recibir un aplauso de los fieles y luego condujeron de nuevo el féretro a la basílica de San Pedro y ahora será llevado en procesión a la basílica de Santa María la Mayor, donde Francisco indicó que quería se enterrado. EFE