El Gobierno de Estados Unidos confirmó este miércoles que ha retenido el envío de un cargamento de armas a Israel mientras estudia cómo procede en el enclave palestino de Rafah, una de las únicas medidas que tenía el presidente, Joe Biden, para influir sobre su homólogo, Benjamín Netanyahu.
«En estos momentos estamos revisando algunos envíos de asistencia de seguridad a corto plazo en el contexto de los acontecimientos que se desarrollan en Rafah», afirmó el jefe del Pentágono, el general Lloyd Austin, durante una comparecencia en un subcomité del Senado.
«Nos gustaría que no ocurrieran combates importantes en Rafah, pero nuestro enfoque principal es asegurarnos de proteger a los civiles», añadió reiterando la postura que ha defendido Estados Unidos desde hace semanas.
El portavoz del Departamento de Estado, Matthew Miller, fue más allá y anunció que Estados Unidos está estudiando retener otros envíos de armas a Israel.
Este era un paso que desde hace semanas reclamaban a Biden los sectores del Partido Demócrata considerados progresistas, que se oponen a la guerra de Israel en Gaza.
Unos 40 legisladores, a los que se unió por sorpresa la influyente expresidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi, pidieron hace justamente un mes a la Casa Blanca que tomara esta medida de fuerza frente a Netanyahu. Lo hicieron después de que un ataque israelí matase a siete trabajadores de la ONG World Central Kitchen del chef español José Andrés.
El jefe del Pentágono no dio detalles este miércoles sobre el contenido del cargamento retenido, aunque dijo que son «municiones de alto calibre».
Según la CNN, se trataría de un paquete con 3.500 bombas: 1.800 de 2.000 libras (907 kilos) de peso y 1.700 bombas de 500 libras (226 kilos). Estados Unidos estaría sobre todo preocupado por el uso que Israel haga de las más pesadas en zonas densamente habitadas.
Austin, de hecho, sí sostuvo que «se trata de tener los tipos correctos de armas para la tarea en cuestión».
«Una bomba de pequeño diámetro, que es un arma de precisión, es muy útil en un entorno denso y urbanizado, pero tal vez no lo sea tanto una bomba de 2.000 libras que podría ocasionar muchos daños colaterales», explicó.
En su comparecencia, sin embargo, quiso dejar claro que el Gobierno de Estados Unidos «no ha tomado una decisión final sobre cómo proceder con ese envío».
La senadora republicana Susan Collins le reprochó en nombre de sus compañeros la decisión: «Pausar o retrasar la entrega de armas a Israel ya es una decisión, y es una con la que la mayoría de los miembros del Congreso estarían en desacuerdo».
Más tarde, en una carta conjunta, el presidente de la Cámara Baja, Mike Johnson, y el líder republicano en el Senado, Mitch McConnell, cuestionaron a Biden por la medida: «Estas pausas en los envíos críticos de armas ponen en duda que su compromiso con la seguridad de Israel seguirá siendo férreo».
«El pueblo estadounidense merece comprender la naturaleza, el momento y el alcance de estas revisiones», agregaron.
Más allá de las puertas del Legislativo, la Casa Blanca se negó a comentar el freno al envío de armas y su portavoz, Karine Jean-Pierre, se limitó a repetir que el compromiso de Estados Unidos con la seguridad de Israel es «férreo».
Todo esto ocurrió el mismo día en que el Gobierno estadounidense, a través del Departamento de Estado, tenía que hacer público un informe con su conclusión sobre si Israel ha violado o no el derecho internacional humanitario en Gaza, un documento que debía servir para evaluar futuros envíos de armas.
Sin embargo, el Departamento de Estado incumplió el plazo ya que según Miller aún no tienen listo el documento, en el que llevan meses trabajando, y su publicación queda aplazada sin nueva fecha. EFE