Una década después de las masivas manifestaciones en Venezuela por las que fue condenado a más de 13 años de cárcel, el dirigente político Leopoldo López asegura que en ese tiempo ha aprendido a «tener paciencia, autocontrol, y mirar con perspectiva» la situación de su país, sometido a un «régimen autocrático» desde hace 25 años.
López llegó a Madrid en 2020, tras huir de Venezuela «en contra» de su voluntad, «porque no quería hacerlo», afirma que «vive, sueña y ama» su país (lo lleva tatuado en una pierna), al extremo de que volvería allí «al minuto siguiente» de darse un escenario distinto e, incluso, «antes de que se pueda dar un cambio político y tomando los riesgos que sea necesario tomar».
«En cuanto haya una ventanita yo regreso», afirma tajante, aunque evita responder sobre si una de sus aspiraciones sería hacerlo para presidir un nuevo gobierno, ya que considera un error pensar que el cambio en Venezuela tenga que ver con que una persona pueda llegar a encabezar y liderar la transición a la democracia.
«Siempre he sido muy exigente conmigo mismo, y me planteaba la carrera política como una escalera. Pero ni la vida, ni la política, ni mucho menos la dictadura es así», explica López, que mantiene que su prioridad es llegar a un escenario de democracia en Venezuela y, «ahí se abrirán o no alternativas, pero sentiré que este esfuerzo en el que llevo la mitad de mi vida ha merecido la pena».
Venezuela y la recesión democrática global
Tras años de lucha contra el chavismo, López denuncia la «tibieza» de los países democráticos con Venezuela, los «intereses» internos y externos de sectores financieros y grandes grupos de presión -como los que asegura que intervinieron en el último levantamiento de las sanciones por parte de Estados Unidos-, y el acomodo, en buena medida por miedo, de parte de la sociedad.
Pero también achaca el «arraigo» de la «dictadura», que «lo hay porque ha echado raíces», a que en este tiempo «no ha habido ni una sola transición democrática en el planeta», si no que «hay más países autocráticos y menos democracia o la democracia está más debilitada».
Y para salir de esa situación, «se requiere de mucho esfuerzo, mucha articulación, y mucho compromiso de quienes están dentro, de quienes estamos fuera y también del mundo libre, porque (Nicolás) Maduro tiene recursos, tiene el control de los militares, e incluso pueden decir que una oposición dividida», argumenta López.
Por encima de todas esas razones, el opositor venezolano esgrime una más poderosa, el hecho de que Maduro, «a diferencia de la percepción de que ha sido aislado mundialmente, ha sido arropado por los países autocráticos como China, Rusia, Irán o Cuba».
«Para alcanzar la democracia en Venezuela lo primero es querer hacerlo, y después aprovechar cada oportunidad que tengamos. Hay quien dice que hemos fracasado. Bueno, si y no. Cuando comparo nuestra lucha con la de otros países del mundo creo que nos hemos montado en el ring muchas veces», asegura.
Una oposición en permanente cambio
Sobre la oposición venezolana, muy criticada por su división interna, lo resaltable, según López, es que «cada dos años hay un ciclo, y a lo mejor cambia la persona que lo está liderando, que me parece bien, o el escenario, como pasar de un gobierno interino a un escenario electoral, a protestas, o a un proceso de negociación».
«Es igual, ahí hemos estado, y vamos a seguir estando, y yo le apuesto a eso. Cada uno tiene distintas responsabilidades. Lo importante es empujar en la misma dirección», remarca.
Y subraya que ojalá la transición a la democracia en Venezuela «dependiera única y exclusivamente de los venezolanos, pero no es así».
«Los venezolanos hemos estado en esta pelea durante más de 20 años, hemos salido a la calle, hemos ido a votar una y otra y otra vez, hemos perdido y hemos ganado. Hemos ido a negociaciones en México, en Barbados, con los noruegos, con la Organización de Estados Americanos (OEA), con todo. Todas las negociaciones las hemos tenido y aquí estamos nuevamente», señala.
Y añade, «hemos tenido el apoyo internacional, hemos estado acompañados y hemos estado solos. Hemos transitado todos los caminos. ¿Y qué esperamos?. Seguir aprovechando cada oportunidad que se pueda abrir para lograr la mayor cohesión interna e internacional para ese tránsito a la democracia», concluye.
Por Alida Juliani / EFE