El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), la organización humanitaria de mayor alcance y guardián de las Convenciones de Ginebra que establecen las reglas mínimas en tiempos de guerra, dijo este martes que tendrá que prescindir de 1.500 empleados en el mundo, con respecto a una plantilla total de 20.000 personas en un centenar de países.
La decisión fue tomada por la junta de gobierno de esta institución, se aplicará en el curso de los próximos doce meses y forma parte de un plan para ahorrar 430 millones de francos (431 millones de euros).
Al menos 20 de los 350 lugares desde los que opera la organización en el mundo tendrán que cerrar, en particular en áreas que puedan ser cubiertas por otra oficina o donde otras entidades humanitarias o especializadas en tareas de desarrollo puedan tomar la posta, indicó el CICR.
«Ha sido una decisión difícil en vista de que la ambición central de nuestra petición a los donantes de 2.800 millones de euros en contribuciones para 2023 era mantener el mismo nivel de servicios a las comunidades frente al año pasado«, explicó al realizar el anuncio.
Ese importe era el más elevado que la organización había pedido hasta ahora, pero en realidad solo representaba un aumento del 0,3% con respecto a su llamado anual de fondos del año anterior y con lo que pretendía atender nuevas situaciones críticas, como la escalada de la guerra entre Rusia y Ucrania.
«Ese modesto incremento escondía la dura decisión que ya había hecho de absorber 160 millones de francos (misma cantidad en euros) de costos adicionales proyectados por la inflación», detalló.
En el plan de reestructuración, la organización aseguró que intentará minimizar la reducción de puestos de trabajo, congelando nuevas contrataciones y a través de las partidas naturales de empleados.
Al mismo tiempo se reducirá el tamaño de ciertas operaciones y se cerrarán algunos programas, medidas con las que la Cruz Roja Internacional dijo que desea centrarse en sus actividades en zonas de difícil acceso, próximas a las líneas de combate y áreas en disputa.
«Nuestra prioridad es tener el impacto más efectivo y positivo para las comunidades que atraviesan un conflicto armado o violencia», precisó.
La explicación de la decisión que se ha tenido que tomar no reside únicamente en que la organización no haya recibido todos los fondos que solicitó para 2023 -algo que ya ha ocurrido en el pasado-, sino que es consecuencia de varios problemas que han coincidido.
El CICR acumula varias peticiones de fondos de fin de año que no han sido cubiertas y los costos se dispararon en el cuarto trimestre de 2022 por la inflación, lo que le llevó a empezar este año con un déficit de 140 millones de euros.
A esto se suma que se le ha hecho cada vez más difícil conseguir fondos que pudiera utilizar de forma flexible, es decir sin que estuvieran atribuidos a una operación específica como una condición del donante. Como consecuencia directa de esto varias situaciones de crisis han sufrido de falta de recursos. EFE